¿A qué te dedicas?
El incienso que encendí en mi cuarto después de cenar ya se ha consumido y solo quedan algunas volátiles e ínfimas cenizas reposando sobre la madera de la estantería.
¿Cuántas veces habré contestado a es pregunta? ¿Que a qué me dedico?
Y hasta hace bien poco siempre contestaba con lo mismo: "soy profesor de inglés y diseñador gráfico en una academia".
Sin embargo, desde hace unos meses mi respuesta cambiaba en alguna ocasión y me permitía a mí mismo el lujo de llamarme "artista", "escritor", "compositor" o "poeta". Muchas palabras que, aunque me sonaban rimbombantes y demasiado alejadas de mi realidad, empezaban a sentirse cómodas junto a mi persona
La verdad es que siempre me lo planteaba cuando decía eso; pensaba: al fin y al cabo, ¿qué es lo que hace que un escritor sea un escritor? Y me surgían algunas dudas de entre las que podía sonsacar una vaga y fútil idea. Esta idea que rondaba mi cabeza me decía que para nuestra sociedad y nuestro mundo; por desgracia, solo es escritor, no aquel que escribe, ni siquiera aquel que escribe y lo hace bien; para esta sociedad, el escritor no es más que aquel que gana dinero con sus creaciones literarias, aquel que puede llenar su estómago (además de su cabeza) con sus letras; y también aquellos que, aun ganando dinero con sus hojas impregnadas de hiel y encuadernadas de sueños vendidos, distan mucho de acercarse a lo que es (o debería ser) un auténtico escritor.
Lo pensaba y me decía a mismo (quizá, tratando de convencerme) que lo único que me diferenciaba de muchos poetas y escritores actuales era el simple hecho de que ellos ganaban dinero escribiendo y yo no; y que, por lo tanto, teniendo en cuenta que mi pasión, mi esfuerzo y mis horas ante el papel eran las mismas o incluso más que las de ellos y ellas, yo tenía ese mismo derecho a usar ese título junto a mi nombre; sin menospreciar el trabajo que hago como docente, por supuesto.
Y así, llegamos hasta esta crisis artística y creativa de la que creo que estoy empezando a salir por puro empeño y esfuerzo. Y en la que, sin embargo, vuelvo a plantearme una vez más una cuestión que me ronda en la cabeza desde hace bastante tiempo, que me han preguntado muchas veces y que me seguirán preguntando a menudo.
¿A qué me dedico? ¿Qué soy?
Y más importante aún: ¿quién soy?