martes, 29 de marzo de 2016

De mis verdades y mis mentiras

¿A qué te dedicas?

El incienso que encendí en mi cuarto después de cenar ya se ha consumido y solo quedan algunas volátiles e ínfimas cenizas reposando sobre la madera de la estantería.

¿Cuántas veces habré contestado a es pregunta? ¿Que a qué me dedico?

Y hasta hace bien poco siempre contestaba con lo mismo: "soy profesor de inglés y diseñador gráfico en una academia".

Sin embargo, desde hace unos meses mi respuesta cambiaba en alguna ocasión y me permitía a mí mismo el lujo de llamarme "artista", "escritor", "compositor" o "poeta". Muchas palabras que, aunque me sonaban rimbombantes y demasiado alejadas de mi realidad, empezaban a sentirse cómodas junto a mi persona

La verdad es que siempre me lo planteaba cuando decía eso; pensaba: al fin y al cabo, ¿qué es lo que hace que un escritor sea un escritor? Y me surgían algunas dudas de entre las que podía sonsacar una vaga y fútil idea. Esta idea que rondaba mi cabeza me decía que para nuestra sociedad y nuestro mundo; por desgracia, solo es escritor, no aquel que escribe, ni siquiera aquel que escribe y lo hace bien; para esta sociedad, el escritor no es más que aquel que gana dinero con sus creaciones literarias, aquel que puede llenar su estómago (además de su cabeza) con sus letras; y también aquellos que, aun ganando dinero con sus hojas impregnadas de hiel y encuadernadas de sueños vendidos, distan mucho de acercarse a lo que es (o debería ser) un auténtico escritor.

Lo pensaba y me decía a mismo (quizá, tratando de convencerme) que lo único que me diferenciaba de muchos poetas y escritores actuales era el simple hecho de que ellos ganaban dinero escribiendo y yo no; y que, por lo tanto, teniendo en cuenta que mi pasión, mi esfuerzo y mis horas ante el papel eran las mismas o incluso más que las de ellos y ellas, yo tenía ese mismo derecho a usar ese título junto a mi nombre; sin menospreciar el trabajo que hago como docente, por supuesto.

Y así, llegamos hasta esta crisis artística y creativa de la que creo que estoy empezando a salir por puro empeño y esfuerzo. Y en la que, sin embargo, vuelvo a plantearme una vez más una cuestión que me ronda en la cabeza desde hace bastante tiempo, que me han preguntado muchas veces y que me seguirán preguntando a menudo.

¿A qué me dedico? ¿Qué soy?

Y más importante aún: ¿quién soy?

lunes, 28 de marzo de 2016

Rutinas

Vuelta a la rutina del trabajo tras nueve días. 

Nueves días en los que la relajación y la tranquilidad dominaron mi existencia; y en los que mi mayor preocupación solo fue conseguir capturar más y más Pokémons en mi nuevo juego de la Nintendo, mientras recordaba y anhelaba aquellos tiempos ya pasados de los que Pastel de Cumpleaños tras Pastel de Cumpleaños me he ido separando; y de los que sus inciensarias cenizas, ahora, empiezan a desaparecer. Unos tiempos en los que el más grande dilema era descubrir si mi Pokémon preferido era Charmander, Pikachu o Mew.

Y así, rodeado de nuevo de estos pequeños amigos, he vuelto a la rutina. Una rutina que, sin embargo, se me antoja esperanzadora y que puede que me ayude a retomar, de nuevo, mis versos, mis escritos y, en definitiva, mis proyectos artísticos, literarios y musicales.

La rutina ahora me hace huir de estas vacaciones en las que, siéndome cruelmente infiel, no he acudido a mi refugio. Lo confieso. Me he empeñado en quedarme en el hogar. Y aquí, siempre me dejo invadir por la procrastinación y me abandono a todos los demonios que me apartan del camino hacia mis sueños. Y es que el gen de la vagancia de la humanidad parece hacer en mí mayor presencia que en mis semejantes y no tan semejantes; y me acerca a la mediocridad de los muchos con los que me cruzo a diario.

Pero se acabaron las vacaciones, no sé si por suerte o por desgracia, y he de regresar a mi pequeña guarida. Regresar a la paz de la biblioteca, de su maltratado silencio y de esos diminutos espacios en los que me escondo y me sumerjo mientras me dejo llevar por la música y las páginas de mi cuaderno. Unas páginas que parecen golondrinas libres volando ante mis ojos y que me llevarán en su danza aérea de regreso al camino que abandoné hace unas semanas.

Y es probable que, allí, vuelva e encontrarme conmigo mismo, con mi propio reflejo; o, al menos, con una versión difusa de lo que fue. Es posible que siga estando allí donde me quedé; que mi alma antigua no se haya separado de esa mesa blanca frente a las revistas de pensamiento y filosofía y que esté esperando a volver a entrar en esta cárcel física que la atenaza y no la deja ser lo suficientemente libre, pero de la que depende mortalmente para poder seguir adelante intentando dejar un legado al mundo.

Como digo. Volveré. Habré vuelto para entonces. 

¿Seré el mismo? No lo sé. 

Ahora me resulta de lo más distante ese personaje que se hacía llamar "El Buscador de Esencias". Creo que esas esencias que tanto anhelaba encontrar han terminado por encontrarlo primero a él y asesinarlo entre y ante sus propios versos.

domingo, 27 de marzo de 2016

Desaprendiendo

¿Qué decir?

¿Qué escribir en una primera entrada en un blog después de tantos años sin pasar por la blogosfera? Y más, a sabiendas que muy probablemente esto no vaya a ser leído por más de una veintena de personas (y estoy siendo bastante optimista).

Aquí me veo; sentado frente a una pantalla en blanco mientras las letras y las palabras van surgiendo desde mis dedos y ante mis ojos. Dejándome llevar por las magníficas notas de Vladimir Sterzer que tantas y tantas veces me han ayudado a crear versos; e intercambiando la ventana para poder contestar los whatsapps y mensajes de facebook que me llegan.

Unos versos que hoy especialmente se me antojan pura bazofia y disonancia poética. Si bien, unos versos que me han traído hoy hasta aquí, asqueado de ellos, a intentar buscar un nuevo espacio en este mundo tan extraño que es Internet.

Una pequeña ventana al mundo exterior donde poder reflejar mi mundo interior y tratar de superar esta crisis artística y creativa en la que me veo sumido desde hace semanas. Desde aquel mismo momento en que sufrí una crítica voraz a mi poesía y que, aun no debiendo afectarme tanto, lo hizo. Y me ha hecho reflexionar y percatarme de las limitaciones de mis poemas.

Y así, después de un día en el que la tristeza me ha sumido en un parda y gris oscuridad; y en el que mi novia, mi hermano y mi mejor amiga han tratado de hacerme ver que lo que debo hacer es reinventarme, aquí estoy.

Sí, aquí estoy.

Sentado frente a esta pantalla que ya está dejando de estar en blanco y que se está llenando de reflexiones, verborreas y diarreas mentales mientras intento desaprender de mis propios poemas y empezar a buscar un camino hacia mi propia autoversificación y reinventación.

No sé cuanto durará este blog. No sé si tendrá más entradas que esta.... solo sé que aquí estoy.

Y que debo renacer de entre las cenizas que deja el incienso sobre las repisas de mi habitación; y volver a encontrarme en el mundo artístico al que pertenezco.